martes, 1 de marzo de 2016

Comportamiento bovino y reproducción eficiente

Tradicionalmente la identificación de vacas lecheras en celo mantenidas en pastoreo se basa en la observación visual de la aceptación de monta. Esta conducta se manifiesta cuando una hembra bovina permite ser montada por un macho u otra hembra del rebaño y permanece quieta por unos segundos. Sin embargo, en los últimos años la ocurrencia de la aceptación de monta parecería haber declinado o su duración se ha acortado (Yoshida and Nakao; 2005; Lucy et al., 2007; Cutullic et al., 2009; Aungier et al., 2015) y sólo el 50% de las hembras de un rebaño lo manifiestan (Brehme et al., 2007). Por lo tanto para identificar animales en celo hoy en día necesitamos considerar otros signos, denominados “signos secundarios” (van Eerdenburg et al., 2002) y usar métodos complementarios. En el presente paper se describen dichos signos y se discute su precisión para ser usados como indicadores de hembras bovinas en celo bajo las condiciones del sur de Chile.
EL CELO EN LA HEMBRA BOVINA.
El celo es el período de apareamiento de la hembra bovina, que ocurre en promedio cada 21 días, con una duración aproximada de 12 a 18 horas (Duchens y De los Reyes 2004). En este período las hembras muestran ciertos comportamientos los cuales son fundamentales para la detección del celo, el cual es uno de los componentes claves en el manejo de predios lecheros en lo que concierne a la fertilidad (Van Eerdenburg 2006). En los últimos años se ha reportado una disminución en la identificación de animales con signos de celo la cual podría atribuirse a dos razones, la primera estaría relacionada a una reducción en la fertilidad de los animales debida a un aumento en la producción de leche. Varios autores reportan una correlación negativa entre estos parámetros; es decir, a mayor producción, menor es la fertilidad (Inostroza y Sepúlveda 1999, Buttler 2000, Sepúlveda y col 2001). La segunda razón se debería a un cambio en la expresión de la conducta sexual de los animales, donde la presentación de los signos secundarios cumpliría un rol muy importante. Por lo cual la observación de signos denominados secundarios tales como el olfateo de la región ano-genital de otra hembra, el flehmen o el apoyo de quijada, durante la expresión del estro, adquiere cada día más importancia. La disponibilidad de tiempo empleado para la detección de celo, como también el conocimiento adecuado de sus signos es de gran importancia, pero muchas veces es deficiente causando una baja en los índices de detección y pobre fertilidad (O’Farrell 1978, Reimers y col 1985, Opsomer y col 1996, Webster y col 1997), lo que se traduce en un gran impacto económico para productores bovinos por prolongados lapso interparto, gastos excesivos en vaquillas de reemplazo, inseminaciones fallidas y baja tasa de mejoramiento genético entre otros (Dijkhuizen y col 1991, Lehrer y col 1992, Senger 1994).
CAMBIOS DE CONDUCTA DURANTE EL ESTRO.
Durante el período de estro o celo pueden reconocerse tres etapas: la atracción, la proceptividad y la receptividad (Fraser y Broom 1990). La atracción se mide en función del grado en que la hembra evoca respuestas sexuales al macho. La respuesta depende tanto de los olores que ella produce como de su proceptividad, es decir, la medida en la que manifieste comportamiento de invitación o solicitud. En tanto que la receptividad es la predisposición de la hembra a aceptar el cortejo y la cópula del macho y es cuando se presentan diferentes signos de celo (Sepúlveda y Rodero 2003).
La mayoría de los autores coinciden que en los bovinos el comienzo del celo se suele producir durante la noche o a primera hora de la mañana (Van Eerdenburg 2006), sin embargo en vacas de producción puede producirse a lo largo del día coincidentes con los periodos de ordeño.
SIGNO PRIMARIO DE CELO.
Aceptación de la monta: Ocurre cuando un animal queda quieto al ser montado por un macho o por otras hembras. Por ello, también se puede observar el pelo hirsuto en el flanco y base de la cola (Sepúlveda y Rodero 2003) de la hembra que es montada.
SIGNOS SECUNDARIOS DE CELO.
Dentro de estos signos se pueden describir:
Descarga de flujo vaginal: flujo mayor a 50 cm de longitud compuesto de un moco viscoso y limpio eliminado de la vagina que puede ir acompañado de tumefacción vulvar. Para la inseminación artificial tiene poco valor porque este signo puede ser visto durante varios días. Además estas descargas vaginales se visualizan poco en vacas que se encuentran en sistemas de pastoreo extensivos (VanEerdenburg y col 1996, Loeffler y col 1999). Aunque es muy usado por productores, no es siempre asertivo en la detección de celo.
Mugido y otros signos: La vaca en celo muge más de lo normal. También suele observarse que la cola queda levantada y aumenta el número de veces que orina, no observándose tal incremento en el número de defecaciones (Sepúlveda y Rodero 2003).
Incremento de la actividad: La vaca se observa inquieta, el pastoreo y la alimentación quedan muchas veces interrumpidos, el tiempo de rumia se reduce y la producción de leche disminuye. Aumenta sus desplazamientos, e intenta montar o solicita ser montada por otras vacas sin reparar en el rango social (Hafez y col 1969).
Acicalamiento mutuo (allogrooming): el acicalamiento mutuo en forma de lamidos a otros animales también se incrementa en este período.
Flehmen: Tras los olfateos puede manifestar el reflejo de flehmen o levantamiento del labio superior (Sepúlveda y Rodero 2003). Aunque se observa con frecuencia durante el diestro, también tiene una alta frecuencia durante el estro. El flehmen es difícil de distinguir de otros tipos de conductas que no están relacionados al estro, como la inhalación de aire fresco del medio por lo que puede ser considerado de menor importancia para determinar si una vaca está en celo o no (Van Eerdenburg y col 1996).
Flehmen
Reflejo de Flehmen.
Olfateo de vulva a otra hembra: La vaca en celo suele olfatear a otra vaca o ser olfateada cerca de la cola por otro animal y empujarla. El animal que es receptor de esta actividad puede mostrar barro en sus costados y saliva sobre su espalda. El olfateo se produce durante el estro, así como entre los períodos de éste. A menudo es seguido por cajoling (Van Eedenburg y col 2006).
Apoyo de quijada: llamado también “reflejo de papada” en donde un animal apoyar su quijada en la grupa de otra vaca. Se produce durante el estro, pero también durante el diestro, sin embargo, la frecuencia durante el estro es sustancialmente mayor y por lo tanto es un buen indicador de éste (Holtz y Mein Hardt, 1993; Van Eerdenburg y col 1996.). A menudo es seguido el acto de montar a otra vaca.
Además de los signos anteriormente mencionadas, existen otras más generales, como la reducción del consumo voluntario y la producción de leche durante el estro (Van Eerdenburg 2006). Sin embargo la baja en la producción de leche ocurre después de la disminución del consumo voluntario y no se manifiesta en todos los animales, por lo tanto, estos pueden ser considerados como factores importantes, pero en combinación con algunos de los comportamientos anteriormente señalados. Debido al roce producido por las montas entre animales, se suele presentar también el pelaje hirsuto en el flanco y cola, heridas superficiales en la piel, barro en los costados del animal y saliva sobre su espalda (Sepúlveda y Rodero 2003). Recientemente se ha reportado que cuando la hembra está en celo interrumpe su patrón de pastoreo y alimentación disminuyendo el tiempo empleado para la rumia (Reith y Hoy 2012, 2015).
IMPORTANCIA DE LA DETECCIÓN DEL CELO.
Para que se produzca la concepción, la inseminación debe tener lugar en el momento correcto del ciclo reproductivo de la hembra de tal modo que una fertilización exitosa depende en gran medida del intervalo de tiempo ocurrido entre la inseminación y la ovulación (Roelofs y col 2010, Andringa y col 2013).
En los rebaños lecheros comerciales la inseminación artificial ha ido reemplazando a la monta natural y a menos que se utilice un protocolo de inseminación artificial a tiempo fijo (IATF), es necesario una adecuada detección de celo para inseminar en el momento oportuno dado que la ovulación ocurre en promedio luego de 27 horas de iniciado el celo (Roelofs y col 2005b , Cavestany y col 2008, Andringa y col 2013). La pérdida de un ciclo reproductivo conlleva varios efectos productivos ya que incrementa en promedio el lapso interparto en tres semanas para una vaca afectada (Lyimo y col 2000), incrementa el costo en mano de obra y dosis de semen. A largo plazo disminuye el número de terneros nacidos por animal, la producción de leche total a lo largo de la vida productiva de la vaca, aumenta la tasa de reposición por problemas reproductivos (Sepúlveda y Rodero 2003), lo que conlleva una reducción en el progreso genético (Pérez y col 2012).
El énfasis histórico en la detección de celo sufrió una disminución en los últimos años, como consecuencia del desarrollo de los programas de IATF (Matthew 2009), sin embargo el consumidor moderno está teniendo un impacto directo en el mercado, presentando una demanda creciente de productos “limpios, verdes y éticos”, tratando de reducir o eliminar el uso de químicos y hormonas (Martin y Kadokawa 2006). El uso de hormonas en la producción de alimentos está siendo objetado con más frecuencia por los consumidores de tal manera que la utilización de programas hormonales que utilicen estradiol-17β y sus derivados ésteres en animales de consumo humano están prohibidos en los países miembros de la Unión Europea (UE) (European Union, 2003). En busca de encontrar otras alternativas, durante los últimos años se ha impulsado el estudio de los cambios conductuales de la hembra bovina durante el periestro (Mülleder et al., 2003; Sveberg et al., 2011;), sumado al desarrollo de sistemas alternativos económicos, confiables y precisos para detectar automáticamente el celo (Chanvallon et al., 2014).
DETECCIÓN VISUAL DE HEMBRAS EN CELO.
A pesar de la gran variedad de métodos disponibles, la observación visual es el método comúnmente utilizado para la detección de animales en estro (Heres y col 2000). Su fundamento se basa en la identificación de aquellas hembras bovinas que presentan cambios de comportamiento o signología. Para obtener buenos resultados es necesario que el observador presente conocimientos del comportamiento sexual, dedique el tiempo suficiente a las observaciones y que las vacas presenten signos evidentes durante el período de observación (Van Eerdenburg y col 1996, Firk y col 2002, Roelofs y col 2005a , Cavestany y col 2008). Si bien la observación visual es descrita como una técnica simple y práctica, se pueden producir importantes errores debido a su mala implementación (Catalano y Callejas 2001). Sepúlveda y Rodero (2002) indican que los ganaderos y encargados de la detección de celo en las explotaciones muestran un deficiente conocimiento de los signos de estro, además de dedicar poco tiempo a las tareas de detección. Roelofs y col (2005a ) encontró que utilizando solo el criterio de pasividad o aceptación de monta, se logra detectar un 19% de las hembras en celo, realizando observaciones dos veces al día durante 30 minutos, los valores aumentan a 30% cuando se realizan tres observaciones diarias, cuando además se utiliza el criterio de intentar montar a otros animales la detección de celo es de un 61%, por otro lado Van Eerdenburg y col (1996), indican que se puede detectar un 100% de los celos cuando se realizan doce observaciones diarias de 30 minutos, mientras que el máximo que se logra con dos observaciones diarias es un 74% de detección.
UN CASO DE ESTUDIO EN EL SUR DE CHILE.
Recientemente se ha llevado a cabo un estudio en la Estación Experimental Agropecuaria Austral (E.E.A.A.) de la Universidad Austral de Chile, entre Agosto y Octubre de 2014. El objetivo de dicho estudio fue determinar la relación de los signos primarios y secundarios de la expresión del estro con el nivel de progesterona plasmática, el estado ovárico y la actividad física durante los primeros cincuenta días posparto en vacas primíparas a pastoreo en el sur de Chile. Para ello se utilizaron 27 vacas sanas, primíparas, Holstein Friesian X Frisón Negro. A partir del día 10 post-parto se observó y registró el comportamiento de celo tres veces al día (08:00 h, 12:00 h y 17:30 h) durante 30 minutos. Se utilizó un muestreo de tipo focal con registro de conductas específicas a intervalos de tiempo definidos. A partir del día 10 post-parto dos observadores, previamente entrenados, observaron simultáneamente a los animales tres veces al día durante 30 minutos: a las 08:00 h, 12:00 h y 17:30 h respectivamente por 40 días (figura 1). Tanto la primera como la última observación diaria se llevaron a cabo después de la ordeña.
Las observaciones se realizaron hasta el día 50 post-parto (en total 40 días continuos de observación de cada animal focal). Se utilizó un muestreo de tipo focal con registro de conductas específicas a intervalos de tiempo definidos. Se registró la ocurrencia espontánea de los siguientes eventos asociados al celo: flehmen, cajoling, olfateo de vulva a otra hembra, apoya quijada en grupa de otro animal, monta por la cabeza, monta o intenta montar, es montada, acepta la monta. Además se registró si el animal estaba inquieto y si presentaba descarga de mucus vaginal. A cada signo se le asignó un puntaje de acuerdo al protocolo descrito por Van Eerdenburg (1996) (Tabla 1). Se registró la ocurrencia espontánea del signo primario aceptación de monta y de los signos secundarios: flehmen, cajoling, olfateo de vagina de otra hembra, apoya quijada en grupa de otro animal, monta por la cabeza, monta o intenta montar y es montada.
Se definieron dos intensidades de celo de acuerdo al tipo de signo que presentara las vacas. Siendo el celo de intensidad alta aquel que presentara el signo primario de aceptación de monta. La intensidad de celo baja era aquella hembra bovina que presentó una conducta asociada al celo solo con signos secundarios. El celo silente se definió como aquel celo que no esté acompañado con signos externos del celo, ya sean primarios o secundarios.
Simultáneamente cada vaca fue equipada con un collar ALPRO™ (DeLaval) para registrar electrónicamente la actividad física diaria del animal. Cuando un animal era identificado (visual o a través del equipo electrónico) como en celo, se monitoreaban las estructuras ováricas del animal mediante ultrasonografía transrectal, y se medía el tamaño del folículo pre-ovulatorio. Los celos fueron confirmados como verdaderos cuando el nivel plasmático de progesterona era ≤1ng/ml.
Tabla 1
RESULTADOS OBTENIDOS.
EXPRESIÓN DE SIGNOS PRIMARIOS Y SECUNDARIOS ASOCIADOS AL CELO.
El 100% de las hembras (27/27) mostró al menos un signo secundario asociado al celo durante los 40 días de observación. Sólo el 22% (6/27) de los animales mostró el signo primario de aceptación de monta. Los días de mayor número de observaciones de signos de celo fueron cuando se presentaron signos primarios acompañados por signos secundarios, los cuales ocurrieron entre los días 32 al 44 post parto.
DETERMINACIÓN DE CELOS PROBABLES POR OBSERVACIÓN DE SIGNOS ASOCIADOS AL CELO, CONFIRMACIÓN DE CELOS VERDADEROS Y ESTIMACIÓN DE CELOS FALSOS POSITIVOS.
En base al puntaje brindado por van Eerdenburg, se determinaron 44 celos probables por observación visual en 25 animales. De estos 44 celos probables, el 16% (7) incluyeron al signo primario de aceptación de monta. En tanto que el 84% (37) de celos fueron determinados a través sólo de signos secundarios (Tabla 2). De los 44 celos probables obtenidos mediante observación visual, 27 (61.4%) fueron confirmados como celos verdaderos. Aquellos celos que incluyeron al signo primario de aceptación de monta fueron confirmados en su totalidad (100%) como celos verdaderos con niveles de P4 ≤ 1ng/ml. En tanto que de los 37 celos que llegaron al puntaje por la ocurrencia solamente de signos secundarios, 20 (54%) fueron confirmados como verdaderos presentando niveles de P4 ≤ 1ng/ml, resultando un gran número de celos falsos positivos 46%.
Tabla 2
En relación a la expresión de signos primarios y secundarios y su asociación con los niveles plasmáticos de progesterona, la totalidad de vacas con el signo primario de aceptación de monta presentaron niveles por debajo de 1 ng/ml de progesterona en sangre, confirmando que se trataba de celos verdaderos. Lo anterior contrasta con la presentación de signos secundarios, en el cual sólo el 54 % de los celos presentaron niveles de progesterona por debajo de este rango. Esto se explicaría por lo reportado por Davidge y col (1987), quienes mencionan que la aceptación de monta es el signo de comportamiento de estro más sensible a la inhibición producida por la progesterona y los signos secundarios de estro, como apoya quijada y monta, a pesar de tener un decrecimiento lineal en frecuencia de apariciones a medida que aumenta la progesterona, no es suprimida en mayor medida.
DISCUSIÓN.
Los antecedentes presentados en este manuscrito podemos concluir que:
  • No todos los animales confirmados en celo mediante niveles de progesterona presentan el signo primario de “aceptación a la monta” por observación visual.
  • Se puede identificar por observación visual vacas de primer parto en celo considerando sólo los signos secundarios, sin embargo el número de falsos positivos es elevado.
  • El registro de signos secundarios de celo puede ser utilizado como un método complementario para aumentar la eficiencia en la detección de celos.

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