La carne fresca tiene una vida corta y debería cocinarse antes de las 72 horas tras la compra. Si
La congelación es un proceso que consiste en aplicar en los alimentos temperaturas por debajo de cero grados. De esta manera, el agua se convierte en hielo. Cuanto más baja es la temperatura, más lejos se está de las condiciones idóneas de multiplicación de microorganismos. Al solidificarse el agua, el alimento se deseca y se mejora su conservación. La temperatura recomendada son -18 ºC, que es el nivel en el que la proliferación de bacterias es casi imposible y, por tanto, es difícil que el alimento se altere. Si bien hay algunos alimentos que no es recomendable congelar (huevos o leche), las carnes no presentan ningún problema a este tratamiento de conservación.
En la mayoría de los casos, los envases en los que viene la carne o el pollo son permeables al aire y, por tanto, la calidad del alimento puede disminuir. Para un almacenamiento prolongado, es recomendable envolver porciones de la carne en papel film o bolsas herméticas para evitar la desecación o quemaduras por congelación. La carne envasada al vacío normalmente ya permite que se mantengan las condiciones idóneas de congelación.
Congelar la carne
La mayor parte de microorganismos en los alimentos frescos como la carne se encuentran en la superficie, el área más afectada por las fluctuaciones de temperatura. Por eso es importante reducir todo lo que se pueda las variaciones térmicas. Además, debe tenerse en cuenta que la mayor concentración de nutrientes se encuentra en el interior, que es la zona que con más lentitud se congela. Para evitar problemas en este sentido, es fundamental que la congelación sea lo más rápida posible; a mayor velocidad de congelación, mayor calidad de los alimentos tras la descongelación. Para conseguir una congelación más rápida, pueden usarse placas frías o mediante aire frío.
En el caso de la carne, algunas recomendaciones para congelarla pasan por:
Si la congelación se hace bien, la carne no pierde cualidades organolépticas (sabor o aroma). Pero debe tenerse en cuenta que hay un periodo de tiempo de congelación segura para cada tipo de carne.
La descongelación, un proceso no menos importante
La descongelación de la carne es un proceso también muy importante, ya que las bacterias que pueden causar enfermedades de transmisión alimentaria son capaces de reproducirse con rapidez en carnes y aves. Este procedimiento, por tanto, debe hacerse con todas las garantías para no alterar el producto. Si se descongela a temperatura ambiente, la superficie del alimento se descongela primero y se crea una capa de agua que favorece el crecimiento rápido de las bacterias en sus capas más superficiales.
Una de las formas más seguras es descongelarla de manera lenta, uniforme, tanto si son carnes crudas como cocinadas. Después de sacar del congelador, debe introducirse en la nevera para evitar la exudación que se llevaría parte del sabor y los nutrientes. Debe tenerse en cuenta que la descongelación lenta es más uniforme, hace que se recuperen mejor las propiedades originales del alimento y que se reduzca el riesgo de crecimiento microbiano. Por tanto, al revés que sucede con la congelación, en la descongelación cuanto más lento sea el proceso mejor.
La carne que ya se haya descongelado debe cocinarse de inmediato para evitar que se empiece a deteriorar. Por eso es importante cocinar primero la carne cruda descongelada lo más pronto posible, ya que comienza a estropearse con rapidez y a perder nutrientes, vitaminas y proteínas.
Y es esencial no olvidar que congelar y descongelar repetidas veces la misma pieza hace que se rompan los tejidos, se pierdan nutrientes por el camino y se favorezca el crecimiento de microbios.
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