martes, 31 de mayo de 2016

Nutrición de la vaca en el periparto

Entre nuestros ganaderos este es un tema que se trata de ignorar, sin reconocer el grave detrimento que una deficiente nutrición de la vaca en este período acarrea sobre la cría y la madre.
Sobre la cría, Colombato ha destacado la perdida de potencial productivo. Si es un macho, se afectará la generación de adipocitos, cuya disminución causará la falta de marmóreo de la carne. De igual manera, la disminuida aparición de fibras musculares se verá reflejada en una musculatura con pobre desarrollo.
El daño a la vaca se manifestará como un parto difícil, que puede llevar a la madre y su cría a la muerte, o más frecuentemente al nacimiento de  un ternerito incapaz de seguir a la madre, el cual morirá por inanición o víctima de perros u otros depredadores.
De no ser así, la vaca iniciará su lactancia en un estado corporal depauperado debido a que su apetito durante la última parte de la gestación estuvo deprimido a causa de la presión que el útero grávido ejerce sobre el rumen, causándole disminución de su volumen y la imposibilidad de recibir la cantidad de alimento que la vaca demandaba.
Flacas
A pesar de su famélico estado la vaca sacrificará sus últimas reservas corporales en favor de la alimentación de su cría y seguirá degradando sus músculos y últimos depósitos grasos para convertirlos en leche. Es de esperar que cesada la presión sobre el rumen, la vaca recobre su apetito, sin embargo el reajuste metabólico a que su cuerpo debió someterse, lleva a un estado llamado cetosis, consistente en que la oxidación de sus reservas (para producir energía en las mitocondrias), hace que todos los nutrientes vayan perdiendo tamaño hasta  convertirse en Acetil-S-CoA, compuesto de 2 carbonos que debe ingresar al Ciclo de Krebs (CdeK) conjugándose con Oxaloacetato para generar ácido Cítrico y proseguir oxidando su carbonos  hasta CO2 y sus hidrógenos hasta H2O (combustión completa) para usar la energía de esos enlaces en la producción de ATP.
Sin embargo el oxaloacetato se encuentra en mínimas concentraciones ya que su origen son los escasos azúcares y aminoácidos presentes en un organismo famélico y en consecuencia los Acetil-S-CoA que están acumulándose comiencen a conjugarse entre sí, para formar Aceto Acetato, en sí un cuerpo cetónico, el cual por descarboxilación se convierte en acetona  que siendo volátil comienza a excretarse con el aire exhalado, que toma su olor.  De ahí la denominación de este síndrome, la “cetosis subclínica”. Corregir este estado metabólico demanda el suministro de azucares de rápida asimilación, como la glucosa intravenosa.
En la actualidad, podemos evitar la presentación de la cetosis de manera económica suministrando a la vaca lactante glicerol como parte de su alimentación, el cual es transformado en glucosa.  Pero aún mejor, una mezcla de grasa sobrepasante, glicerol y un cereal triturado.  Así supliremos la demanda de la grasa de la leche, y las  reservas corporales de la vaca, al tiempo que la glucosa se excretará como lactosa en  la leche y mantendrá la glucemia. ¿Pero qué del Calcio (Ca) y el Fosforo (P) que deben ser solubles y secretables en  la leche, como materia prima para el crecimiento del esqueleto del ternero?  En nuestra experiencia, añadir ácido fosfórico y urea al glicerol hace que el calcio de la grasa sobrepasante se asimile eficientemente y que el amoníaco proveniente de la urea en el rumen, se neutralice convirtiéndose en fosfato de amonio y no pase a la circulación como amoníaco.
Estos suplementos en cantidad de 2 Kg del cereal más 200 gr de glicerol-N-P y otros 200 gr de grasa cálcica, comenzando un mes antes del parto y continuándolos por dos meses durante cada ordeño, han mantenido la condición corporal de las vacas alrededor de 3.5, han eliminado los partos distócicos y la cetosis y más importante en términos económicos, han hecho posible tener preñadas las vacas a los 3 meses del parto, habiendo completado su involución uterina a los dos y medio meses y resolviéndoles su anestro post parto mediante un dispositivo liberador de Progesterona (P4). Estas medidas han hecho posible mejorar la rentabilidad de explotaciones lecheras en casi un 70%. Y duplicar la rentabilidad de las de carne, al duplicar la tasa de nacimientos, de una cría cada tercer año a  una cada año.
Si bien es cierto que estos niveles de producción demandan una pradera bien manejada; fertilizada, irrigada cuando se necesite, y con aporte de leguminosas, también lo es que con solo pasto tampoco se logrará, aunque destetando tempranamente las crías y secando las vacas después del destete, es posible acercarse a estos niveles.
Las crías, estén destinadas para carne o leche deben alimentarse llenando sus requisitos, solo así llegaran a ser productivas al año y medio, habiendo aprovechado esta etapa de máximo crecimiento; las hembras listas para ser cargadas, con un peso de unos 300 Kg, los machos con un peso similar, listos para ser cebados.
Es indispensable destacar que no basta con el destete precoz, el crecimiento de ternera(o)s debe ser continuo a toda costa.  Es un enorme desperdicio permitir que solo ganen peso durante las lluvias, cuando abunda y se pierde gran parte del forraje que debiera conservarse, ensilado o henificado y luego, cuando llega la sequía pierdan buena parte del peso que habían ganado. Tal dinámica de crecimiento debe repetirse por varios años, antes de que los animales  se acerquen a su peso adulto.  Pero este tiempo perdido, costoso como resulta, no es el peor de los daños causados. El peor es una carne dura, fibrosa, seca y sin marmóreo,  propia de animales viejos (3 a 4 años de edad), la cual aunque encuentra mercado localmente, está perdiendo competitividad frente a la carne de pollo y  cerdo, debido a su mala calidad.
Si en lo que los productores están pensando es en el costo de la maquinaria y del proceso para cosechar y conservar forraje, tienen razón. Sin embargo hay alternativas: la primera es la estacionalización de los partos, es decir que podemos mediante la inseminación a tiempo fijo (IATF) y resolución de los anestros, ambas con el uso del mismo dispositivo P4, hacer que los partos ocurran al inicio de las lluvias y así, al aumentar el número de animales en pastoreo, los adultos y jóvenes, se llegue a consumir todo el forraje producido.  Desde luego esto implicaría trasladar o vender parte de los animales al llegar la sequía. El traslado puede ser a fincas de montaña, donde hay más agua, especializadas en la terminación y ceba a base de pastos de corte.
La segunda medida alternativa, es introducir árboles o arbustos comestibles a la pradera, en forma de líneas orientadas  de oriente a occidente, para minimizar las sombras. Estas plantas aportan comida, pero más importante, sus raíces sirven como conductos capilares que llevan el agua lluvia  a las profundidades donde llegan  y saturan el sub suelo con agua durante las lluvias, disminuyendo o impidiendo las inundaciones. Luego en la sequía, la evapotranspiración de las hojas mantiene una atmosfera más fresca y húmeda lo cual junto con la sombra que proporcionan a los animales, eliminan o al menos reducen los funestos impactos de la sequía.
Forrajeras
Es probable que aplicando estas cuatro medidas;  destete precoz, inseminaciones sincronizadas junto con partos estacionalizados, suplementos energéticos durante el peri parto y la silvocultura, La ganadería del país se convierta en una industria cárnica de calidad para exportación, que compita con la producción de países de estaciones cuyos costos exceden en mucho a los nuestros, teniendo que conservar comida para el invierno, y albergar los animales bajo techo, en el verano y el invierno. Tales ventajas correctamente utilizadas podrían ser un baluarte de nuestra economía y del mejoramiento social de los colombianos.
Artículo enviado a Prosegan por el Dr. Luis Arturo Gil Ph.D. | Contacto: luisagilp@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario